Llevaba poco más de dos horas sentado en mi lugar de trabajo. Ciertamente comenzaba a entumirme pero solo me volvía a acomodar en la silla. Hasta que de pronto, el reloj que compre recientemente vibra para mostrarme una notificación:
Levántate, y muévete.
Era como sí mí subconsciente me hablara a través de mi reloj inteligente. Pensé ignóralo, pero comencé a sentirme mal, como si estuviera ignorándome a mí mismo. Así que me puse de pie, y caminé en los alrededores de ese pequeño espacio donde debía permanecer.
Eso dijo mi amigo como consejo, cada que te enfrentes a una difícil decisión piensa en lo peor que te puede pasar, una vez dispuesto a enfrentar eso, verás que las consecuencias no son tan malas como pensabas. Quizá deba mencionar que mi amigo termino por suicidarse, pero eso no significa que su consejo sea malo, de hecho muchas veces lo aplico en mi vida.
¿de verdad es tan malo?
El dolor nos ciega tanto que no podemos ver más allá de él.
A veces lo que a priori parece lo más malo que nos puede pasar, termina por ser un favor. Solo piénsalo, cuando te termino tu primer amor sentiste a morir, pero sigues con vida y posiblemente haz encontrado personas mejores y las haz amado más, esa tontería de que el primer amor no se olvida son puras cursilerías. Aunque si hay amores que no se olvidan, pero siempre encontraras alguien más a quien entregarle tu amor.
Esa misma perspectiva puedes aplicarla a todo lo que te pasa, dicen que todo depende de tu manera de ver las cosas.
Así que cada que vayas a hacer algo, pregúntate, ¿Qué es lo peor que puede pasar? Y si estás dispuesto a aceptar las consecuencias, adelante.
Una ave negra se ha plantado en una palmera junto a mí, no deja de cantar como queriendo llamar mi atención. En un principio era al molesto, pero después de un rato comienza a sonar como un canto agradable.
De pronto el ave me mira y canta, me mira y canta; como queriendo decirme algo. Es curioso por que se me asemeja a un cuervo, el que quizá sea mi animal favorito, esto producto de la película “el cuervo”, una de mis películas favoritas desde mi infancia. Probablemente esa película sea la culpable de mi gusto por la escena gótica; un tipo vestido de negro que regresa de la muerte para poder vengarse en nombre del amor.
Yo era un niño cuando vi esa película y quede impactado: Música ruidosa, un ambiente gótico, venganza, sangre y un amor que trasciende después de la muerte. Una frase en especial mantengo presente en mi memoria y me ayuda en momentos difíciles: “No siempre lloverá”.
Curiosamente, “El cuervo”, también es un relato de uno de mis autores favoritos: Edgar Allan Poe.
El ave se ha marchado y no me percate cuando, ese es un problema recurrente, me pongo a pensar y pierdo de vista el mundo real. Espero no me cause algún problema grave en un futuro. Hasta ahora, he sobrevivido.
No me había detenido a pensarlo, pero, ya paso poco más de un año y poco recuerdo de ti. Mejor dicho, poco me hace sentir tu recuerdo. Es extraño que lo que un día fue el amor de tu vida hoy ya no pertenezca a tu vida. Y es aún más extraño pensar que habrá alguien a quien ame más.
Poco a poco se va desvaneciendo, ya no duele tu recuerdo.
Entonces me pregunto, ¿qué pasará cuando te olvide?
Hay un momento de tu vida, cuando te rompes al grado de perderte y te das cuenta que has dejado de ser tu. Entonces tomas conciencia y comienzas la travesía para volver a encontrarte.
Recuerdo esa ocasión, perdí tanto la cabeza que hoy volteo a ver esa escena y no me reconozco, pero quizá esa sea la mejor manera para darse cuenta, para decidir no volver a estar en esa situación.
Entonces te alejas de esas personas que te hacen daño, te alejas de esos hábitos que te matan lentamente, y evitas a toda manera, permitir que roben la paz que tanto te ha costado recuperar.
Ayer me sentía a morir, me dormí forzosamente esperando que el dolor cesará al día siguiente. Así que me mentalice en tener un sueño reparador. En cada respiración le pedía a mi cuerpo recuperarse, así fue hasta quedar dormido.
Me desperté repetidas veces en la madrugada, y en uno de esos intervalos, tuve un sueño.
Soñé con ella, tan joven, tan sensual. En lo que antes fue mi hogar, pero estaba ella. Esperando con su cuerpo desnudo mi llegada.
Era como quizás todo debió ser. Cuando decíamos que nos fugaríamos juntos, pero lo pensamos demasiado, hasta que las ganas se esfumaron. Hasta que el demonio de los amores perdidos nos encontró, y entonces una triste realidad nos separó.
En mi sueño estaba ella, y estaba yo. Y entonces no quería despertar, porque al despertar la historia de amor que termino, volvería a terminar.
Ese sueño me hizo recordar una frase de una película que me gusta;
"No es nada raro, que duendes y hadas se encuentren en sueños". -Nuestros amantes.
He comenzado a leer las obras de Sigmund Freud, hace tiempo intente leerlo y no pude comprender del todo su manera de comunicar, motivo por el cual abandone su lectura sin mayor esfuerzo.
Hoy, varios años después, retome su lectura y me es más claro, no sé con exactitud el motivo, quizá sean los años vividos, la experiencia adquirida y el seguir leyendo habitualmente.
Hoy particularmente me llamo la atención una de sus obras titulada “Los poetas y los sueños diurnos”. Quizá sea debido a mi inclinación por llegar a ser considerado un poeta en algún tiempo, y espero con esta lectura saber un poco sobre estas figuras que admiro sin llegar a comprender la esencia de sus pensamientos, de sus hábitos. Desconozco que criterios debo cumplir para ser considerado un poeta.
Por ahora, he de aprovechar mi soledad actual para escribir más, para leer más y nutrir mi mente. Tristemente tuve que dejarlo todo (la vida me obligo) para dedicar tiempo a una de mis pasiones, escribir.
No soy de los que festeja por voluntad la navidad, desde que deje de recibir regalos se terminaron los motivos. Aunque pensándolo bien, los regalos nunca fueron el motivo de festejo en mi niñez, el santa que me toco vivir era de bajos recursos y nunca me llegaba lo que pedía (no es reclamo).
Recuerdo la época de mi niñez, donde la familia se juntaba por alguna razón que me importaba poco, en esos días se sentía un ambiente de felicidad. La comida, las piñatas, ver como llegaba uno por uno de los miembros de la familia, eran los días que como niño tenia permitido desvelarme con ellos.
Con forme pasaron los años comenzaron a llegar menos familiares y al ir creciendo yo, también deje de verle sentido a reunirnos por una razón que seguía sin importarme.
Pero bueno, este escrito no va sobre mi niñez, solo me invadieron los recuerdos al comenzar a escribir.
Este año si que fue de grandes cambios, más bien, la vida me obligo a tomar una ruta diferente. Lo que me llevo a pasar mi primer diciembre lejos de casa, lejos de mis familiares, mis amigos, y lo más importante: lejos de mi hijo.
No soy alguien muy afectivo, ni expresivo. Creo que a nadie le he dicho lo mucho que los extraño; ni a mi madre. Y la verdad me aguanto las ganas de decírselo a mi hijo por que no quiero que se vaya a poner triste al saber que lo estoy extrañando.
Fuera de ello, es algo irónico que al estar lejos y más solo que nunca, me siento en paz. Creo que me estoy encontrando, entre mi soledad tengo tiempo para conocerme mejor.