Entre la multitud, destaca una luz.
Es tu sonrisa, eres tu.
Yo te observo desde mi rincón de oscuridad,
Esa luz que emanas me hace querer ir contigo,
Pero tengo miedo, llevo tanto tiempo en este lugar...
Hay un momento de tu vida, cuando te rompes al grado de perderte y te das cuenta que has dejado de ser tu. Entonces tomas conciencia y comienzas la travesía para volver a encontrarte.
Recuerdo esa ocasión, perdí tanto la cabeza que hoy volteo a ver esa escena y no me reconozco, pero quizá esa sea la mejor manera para darse cuenta, para decidir no volver a estar en esa situación.
Entonces te alejas de esas personas que te hacen daño, te alejas de esos hábitos que te matan lentamente, y evitas a toda manera, permitir que roben la paz que tanto te ha costado recuperar.
Ayer me sentía a morir, me dormí forzosamente esperando que el dolor cesará al día siguiente. Así que me mentalice en tener un sueño reparador. En cada respiración le pedía a mi cuerpo recuperarse, así fue hasta quedar dormido.
Me desperté repetidas veces en la madrugada, y en uno de esos intervalos, tuve un sueño.
Soñé con ella, tan joven, tan sensual. En lo que antes fue mi hogar, pero estaba ella. Esperando con su cuerpo desnudo mi llegada.
Era como quizás todo debió ser. Cuando decíamos que nos fugaríamos juntos, pero lo pensamos demasiado, hasta que las ganas se esfumaron. Hasta que el demonio de los amores perdidos nos encontró, y entonces una triste realidad nos separó.
En mi sueño estaba ella, y estaba yo. Y entonces no quería despertar, porque al despertar la historia de amor que termino, volvería a terminar.
Ese sueño me hizo recordar una frase de una película que me gusta;
"No es nada raro, que duendes y hadas se encuentren en sueños". -Nuestros amantes.
Hace muchos, muchos años
en un reino junto al mar
vivió una doncella que tal vez conozcas
llamada Annabel Lee.
Y esta doncella vivía sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.
Ambos éramos niños
en este reino junto al mar
pero amábamos con un amor que era más que amor
yo y mi Annabel Lee
con amor que los alados serafines del cielo
nos envidiaban a ella y a mí.
Y por esta razón, hace mucho tiempo,
en este reino junto al mar
de una nube sopló un viento
que heló a mi amada Annabel Lee.
Y sus parientes de alta cuna vinieron
y se la llevaron lejos de mí
para encerrarla en un sepulcro
en este reino junto al mar.
Los ángeles, descontentos en el cielo,
nos envidiaron a ella y a mí.
¡Sí! Por esta razón (como todos saben
en este reino junto al mar)
el viento salió de la nube por la noche
para helar y matar a mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el de aquellos mayores
o más sabios que nosotros.
Y ni los ángeles arriba en el cielo
ni los demonios debajo del mar
jamás podrán separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.
Pues la luna nunca resplandece sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee
y las estrellas nunca brillan sin que yo sienta los ojos radiantes
de la hermosa Annabel Lee
y cuando llega la marea nocturna, me acuesto justo al lado
de mi amada -mi amada- mi vida y mi prometida
en su sepulcro allí junto al mar
en su tumba junto al ruidoso mar.
Yo quería un "por siempre" contigo.
Pero, no siempre se trata de lo que uno quiere.
A veces, el universo decide ponerte en otro lugar.
Y la verdad, estoy mejor.
He comenzado a leer las obras de Sigmund Freud, hace tiempo intente leerlo y no pude comprender del todo su manera de comunicar, motivo por el cual abandone su lectura sin mayor esfuerzo.
Hoy, varios años después, retome su lectura y me es más claro, no sé con exactitud el motivo, quizá sean los años vividos, la experiencia adquirida y el seguir leyendo habitualmente.
Hoy particularmente me llamo la atención una de sus obras titulada “Los poetas y los sueños diurnos”. Quizá sea debido a mi inclinación por llegar a ser considerado un poeta en algún tiempo, y espero con esta lectura saber un poco sobre estas figuras que admiro sin llegar a comprender la esencia de sus pensamientos, de sus hábitos. Desconozco que criterios debo cumplir para ser considerado un poeta.
Por ahora, he de aprovechar mi soledad actual para escribir más, para leer más y nutrir mi mente. Tristemente tuve que dejarlo todo (la vida me obligo) para dedicar tiempo a una de mis pasiones, escribir.
No soy de los que festeja por voluntad la navidad, desde que deje de recibir regalos se terminaron los motivos. Aunque pensándolo bien, los regalos nunca fueron el motivo de festejo en mi niñez, el santa que me toco vivir era de bajos recursos y nunca me llegaba lo que pedía (no es reclamo).
Recuerdo la época de mi niñez, donde la familia se juntaba por alguna razón que me importaba poco, en esos días se sentía un ambiente de felicidad. La comida, las piñatas, ver como llegaba uno por uno de los miembros de la familia, eran los días que como niño tenia permitido desvelarme con ellos.
Con forme pasaron los años comenzaron a llegar menos familiares y al ir creciendo yo, también deje de verle sentido a reunirnos por una razón que seguía sin importarme.
Pero bueno, este escrito no va sobre mi niñez, solo me invadieron los recuerdos al comenzar a escribir.
Este año si que fue de grandes cambios, más bien, la vida me obligo a tomar una ruta diferente. Lo que me llevo a pasar mi primer diciembre lejos de casa, lejos de mis familiares, mis amigos, y lo más importante: lejos de mi hijo.
No soy alguien muy afectivo, ni expresivo. Creo que a nadie le he dicho lo mucho que los extraño; ni a mi madre. Y la verdad me aguanto las ganas de decírselo a mi hijo por que no quiero que se vaya a poner triste al saber que lo estoy extrañando.
Fuera de ello, es algo irónico que al estar lejos y más solo que nunca, me siento en paz. Creo que me estoy encontrando, entre mi soledad tengo tiempo para conocerme mejor.
Faltaban 5 minutos para el anochecer, se podía sentir la brisa del mar y un frio viento recorrer la bahía.
Tenía que besarla, lo sabía, lo quería. Pero mi cuerpo no respondía.
Ahí estábamos los dos, ella y yo sentados en la arena contemplando un rojo atardecer. Dos cobardes que nunca se dieron ese beso que pudo haber cambiado el rumbo de sus vidas.
Nunca más volvimos a estar tan cerca como en ese momento.