Consejos para emprender y vivir de escribir.  

  1. Empieza hoy 
  2. Organiza tus prioridades  
  3. No te obsesiones con la idea  
  4. Crea una hoja de ruta 
  5. Analízate  
  6. Fórmate  
  7. Rodéate de gente positiva 
  8. Busca un apoyo económico 
  9. Créetelo  
  10. Sal del cascarón  
  11. Persevera  

Empieza hoy 

Creo que esto es lo más importante, dejar de posponer y comenzar a hacer las cosas. Si quieres hacer algo, deja de perder el tiempo buscando información y hazlo, conforme vayas avanzando ve investigando más. Mándale un mensaje a tu cerebro y dile que va enserio.  

Organiza tus prioridades 

Tómalo enserio, ponte un horario que vas a dedicar a escribir y cúmplelo.  

Ahora tómalo como un trabajo.  

No te obsesiones con la idea 

No te obsesiones con la idea porque podrías quedar estancado. Escribe y durante el desarrollo se te irán ocurriendo cosas nuevas.  

Crea una hoja de ruta 

Es como hacer un plan de negocias pero enfocado en cómo vas a escribir. Un libro es un trabajo largo y a veces se complica.  

Elige un tema, analiza los recursos que podrías necesitar, estudia libros que hay en el mercado al que vas dirigido, Lee libros parecidos a lo que tú quieres crear.  

Crea un mapa que te guie en las etapas del libro y el tiempo que le dedicaras, trabajar con metas a corto plazo te ayudara a no perder el camino. 

Analízate 

Mírate y analízate como escritor. Date cuenta que haces bien y que haces mal, así podrás explotar lo que haces bien y evitar o mejorar lo que haces mal.  

Fórmate 

Nunca dejes de aprender. Lee libros, ve a platicas, toma cursos. Llénate de historias y experiencias.  

Rodéate de gente positiva 

Las críticas constructivas son muy buenas, pero siempre habrá gente negativa que te dirá que pierdes el tiempo y te llena la cabeza de inseguridades, aléjate de ellas.         

Júntate con personas que te animen cuando quieras abandonar.       

Busca un apoyo económico 

Un libro es un trabajo que mínimo te puede llevar de 6 meses a un año dependiendo la temática y tu habilidad. Y eso solo para escribirlo, venderlo es otra cosa. 

Así que necesitaras de un trabajo paralelo o buscar  el apoyo económico de amigos o familiares.  

Créetelo 

Si decides dedicarte a escribir, ya eres escritor. Bueno o malo, pero ya eres un escritor. Debes comenzar a creértelo para que los demás lo crean, de otra forma ¿Por qué leerían tu libro o lo comprarían, si no eres escritor?    

Sal del cascarón 

Tus libros no se venderán solos, sobre todo si piensas auto publicarte. Debes hacer que te conozcan. 

Para ello, yo recomendaría comenzaras un blog (como este que estas leyendo) o mínimo una página de Facebook.  

Persevera 

Emprender lo que te gusta no es tan fácil como muchos te lo pintan, llevara tiempo y no siempre saldrá a la primera. Aprende de tus fallos y vuelve a intentarlo desde el aprendizaje anterior.  

He decidido emprender en la escritura de mi primer libro y para ello me he comprado un par de libros sobre la temática para guiarme. Aquí estaré compartiendo lo que vaya aprendiendo en mi camino. Este articulo está inspirado en el libro “Claves para convertirte en un escritor”               

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Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
se oyó de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”

¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
me llenaba de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.

Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como vertiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”

Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!

The Raven,

Edgar Allan Poe (1809-1849)
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Lo fuimos todo y terminamos siendo nada,
Fuimos la felicidad personalizada,
Fuimos fuego, fuimos viento,
Fuimos energía en movimiento.

Fuimos las ganas de vivir,
La carcajada que los niños generan al reír.
Fuimos paz, fuimos luz, fuimos la eternidad.
Fuimos el sol iluminando la oscuridad.

Lo fuimos todo y terminamos siendo nada.
Como la sonrisa perdida de un niño cuando el llanto nubla su mirada.
Fuimos el amor que nos uniría hasta la muerte,
Lo fuimos todo…y no fue suficiente.

Victor Giles | Pseudopoeta
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Hay amores para toda la vida, amores que perduran más allá de la muerte, amores de juventud, amores pasajeros o temporales, y, amores fugaces; esos de una noche, una hora, un momento, esos que te dejan con ganas de más. 

(el poema) 

Una noche, 
Un bar, 
Una chica, 
Un par de miradas, 
un momento, 
Dos corazones latiendo, 
Un incendio. 
Una tormenta de emociones, 
un mar de besos. 
Un motel, 
El momento perfecto, 
Un adiós sin despedida, 
Una noche para recordar toda la vida. 

Victor Giles | Pseudo poeta
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Poema de Edgar allan poe- Solo (alone)
Desde el tiempo de mi infancia no he sido
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude traer
mis pasiones de una simple primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pesar, no podría despertar
mi corazón al júbilo con el mismo tono;
Y todo lo que amé, lo amé Solo.
Entonces -en mi infancia- en el alba
de la vida más tempestuosa, se sacó
de cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata:
Del torrente, o la fuente,
Del risco rojo de la montaña,
Del sol que giraba a mi alrededor
en su otoño teñido de oro,
Del rayo en el cielo
cuando pasaba volando cerca de mí,
Del trueno y la tormenta,
Y la nube que tomó la forma
(Cuando el resto del Cielo era azul)
De un demonio ante mi vista.

Alone,

Edgar Allan Poe
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Un pino triste de año nuevo,
Una noche que termina sin comenzar,
Una historia que nunca se escribió,
Un amor que nunca vivió.

Y al final de nuestro tiempo,
Nunca existió un tú y yo.
Nuestro para siempre no fue por siempre
Y el amor tenía fecha de caducidad.

Un dios cruel nos mantuvo juntos,
Pero ya no creo en ese dios;
Entonces, ¿qué sigue?
Decir adiós.

Te ame, te amo y te amaré,
Pero a veces el amor no es suficiente.
Estamos muriendo por dentro
Y no podemos verlo.

Deberías estar con alguien más,
Alguien que vea el mundo como tú lo ves,
Y tú lo veas a él
Como nunca me pudiste ver a mí.

Victor Giles | Pseudopoeta
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Ya había sentido esto, 
Una extraña sensación de calma después de un suceso casi tormentoso, 
De esos que te parten el alma. 
¿Es posible que se termine el amor después de tantas heridas? 
No dudo que te amo, pero estoy cansado. 
Quizá lo merezco por los errores que he cometido, 
Quizás solo deba aceptarlo. 
Es curioso como las cosas parecen repetirse, 
Bien se sabe que los que no aprenden de sus errores están condenados a repetirlos. 
Y aquí estoy, bañado en cenizas, 
Contemplando el cielo infinito. 

Así son las cosas y quizás así tienen que ser, 
No se puede luchar contra el universo. 

Victor Giles

Pseudopoeta
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