Desde el tiempo de mi infancia no he sido como otros eran, no he visto como otros veían, no pude traer mis pasiones de una simple primavera. De la misma fuente no he tomado mi pesar, no podría despertar mi corazón al júbilo con el mismo tono; Y todo lo que amé, lo amé Solo. Entonces -en mi infancia- en el alba de la vida más tempestuosa, se sacó de cada profundidad de lo bueno y lo malo el misterio que todavía me ata: Del torrente, o la fuente, Del risco rojo de la montaña, Del sol que giraba a mi alrededor en su otoño teñido de oro, Del rayo en el cielo cuando pasaba volando cerca de mí, Del trueno y la tormenta, Y la nube que tomó la forma (Cuando el resto del Cielo era azul) De un demonio ante mi vista.
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Edgar Allan Poe