La despedida, Poema de Jose Angel Bueso
Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.
Quizás no he de olvidarte, pero te digo adiós. 
No sé si me quisiste... No sé si te quería...
O tal vez nos quisimos demasiado los dos.

Este cariño triste, y apasionado, y loco,
me lo sembré en el alma para quererte a ti.
No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo, 
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé. 

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en ti.

Poema de la despedida

José Ángel Buesa

Te digo adiós, y acaso te quiero todavía.

A veces, es mejor aprender a decir adiós. a veces, ni siquiera es tu decisión, pero debes respetar que esa persona ya no pertenece a tu lado.

Aprender a decir adiós aunque no quieras que se vaya, es la más grande muestra de amor que puedas dar, a esa persona y a ti. Porque ahora, el amor por ti es más grande.

Video Poema de “Poema de la despedida”

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Hace muchos, muchos años
en un reino junto al mar
vivió una doncella que tal vez conozcas
llamada Annabel Lee.
Y esta doncella vivía sin otro pensamiento
que amarme y ser amada por mí.

Ambos éramos niños
en este reino junto al mar
pero amábamos con un amor que era más que amor
yo y mi Annabel Lee
con amor que los alados serafines del cielo
nos envidiaban a ella y a mí.

Y por esta razón, hace mucho tiempo,
en este reino junto al mar
de una nube sopló un viento
que heló a mi amada Annabel Lee.
Y sus parientes de alta cuna vinieron
y se la llevaron lejos de mí
para encerrarla en un sepulcro
en este reino junto al mar.

Los ángeles, descontentos en el cielo,
nos envidiaron a ella y a mí.
¡Sí! Por esta razón (como todos saben
en este reino junto al mar)
el viento salió de la nube por la noche
para helar y matar a mi Annabel Lee.

Pero nuestro amor era mucho más fuerte
que el de aquellos mayores
o más sabios que nosotros.
Y ni los ángeles arriba en el cielo
ni los demonios debajo del mar
jamás podrán separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.

Pues la luna nunca resplandece sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee
y las estrellas nunca brillan sin que yo sienta los ojos radiantes
de la hermosa Annabel Lee
y cuando llega la marea nocturna, me acuesto justo al lado
de mi amada -mi amada- mi vida y mi prometida
en su sepulcro allí junto al mar
en su tumba junto al ruidoso mar.

Annabel Lee

Edgar Allan Poe
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Lo fuimos todo y terminamos siendo nada,
Fuimos la felicidad personalizada,
Fuimos fuego, fuimos viento,
Fuimos energía en movimiento.

Fuimos las ganas de vivir,
La carcajada que los niños generan al reír.
Fuimos paz, fuimos luz, fuimos la eternidad.
Fuimos el sol iluminando la oscuridad.

Lo fuimos todo y terminamos siendo nada.
Como la sonrisa perdida de un niño cuando el llanto nubla su mirada.
Fuimos el amor que nos uniría hasta la muerte,
Lo fuimos todo…y no fue suficiente.

Victor Giles | Pseudopoeta
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Hay amores para toda la vida, amores que perduran más allá de la muerte, amores de juventud, amores pasajeros o temporales, y, amores fugaces; esos de una noche, una hora, un momento, esos que te dejan con ganas de más. 

(el poema) 

Una noche, 
Un bar, 
Una chica, 
Un par de miradas, 
un momento, 
Dos corazones latiendo, 
Un incendio. 
Una tormenta de emociones, 
un mar de besos. 
Un motel, 
El momento perfecto, 
Un adiós sin despedida, 
Una noche para recordar toda la vida. 

Victor Giles | Pseudo poeta
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Poema de Edgar allan poe- Solo (alone)
Desde el tiempo de mi infancia no he sido
como otros eran, no he visto
como otros veían, no pude traer
mis pasiones de una simple primavera.
De la misma fuente no he tomado
mi pesar, no podría despertar
mi corazón al júbilo con el mismo tono;
Y todo lo que amé, lo amé Solo.
Entonces -en mi infancia- en el alba
de la vida más tempestuosa, se sacó
de cada profundidad de lo bueno y lo malo
el misterio que todavía me ata:
Del torrente, o la fuente,
Del risco rojo de la montaña,
Del sol que giraba a mi alrededor
en su otoño teñido de oro,
Del rayo en el cielo
cuando pasaba volando cerca de mí,
Del trueno y la tormenta,
Y la nube que tomó la forma
(Cuando el resto del Cielo era azul)
De un demonio ante mi vista.

Alone,

Edgar Allan Poe
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